(35 piezas para acompañar la lectura:)


noviembre 24, 2008

THAT’S NUMB MY NAME –díptico–

I.
1995 fue un año de encuentro en lo personal. Era un año de amigos, de tercero de secundaria, de materias ampliamente reprobadas. Comenzaba a regresarme en transporte público a mi casa luego de la escuela. Salíamos a las 2:10 pm. Aizha era mi nueva amiga. Salvador y Juan Carlos los compas desde la primaria. Me enamoraba de Anaid, de Estefanía. Escribía cartas insistentemente a Sandra, a Pamela, a Jessika. Comenzaba a seducirme la escritura. Comenzaba a volverse cosa habitual la inconformidad.

Ese año escuché, gracias a un programa de radio que pasaba de lunes a viernes a las 10 pm en el 105.7 de fm, una canción que me introdujo a una realidad que no pensé que existiera. Numb, de Portishead, inundada de sampleos y un hammond que suena a murciélago, además de esa voz como aplastada que canta But this loneliness It just won't leave me alone.

Cambió todo luego de Numb. La música pasó de ser un acompañante de momentos a ser un lenguaje metafísico. O tal vez una esperanza: al escuchar la música del mismo modo que se lee un libro o que se ve tras la ventana en un viaje de carretera, habría entonces un acceso a otro estado, un rompimiento con cierto plano de la realidad que abriera de inmediato una especie de dimensión sígnica, laberíntica, lúdica.

Esa era la sospecha.

Así fue la concreción luego de pasar dos años escuchando ese discreto programa dedicado a la música alternativa (con el permanente énfasis de que lo alternativo no era sólo Nirvana (y el también permanente riesgo de que un programa así no es redituable en nuestra aburridísima radio mexicana)) con sus infaltables martes abstractos dedicados al acid jazz, al jungle, al trip hop, y esos excitantes cierres que el conductor Camilo Lara programaba con frecuencia donde el chiste era la sorpresa, entonces escuchábamos a Juan García Esquivel (previo a su boom), a Monabel, a Walter Wanderley, a Blue Nile, a Magic Pacer, a Combustible Edison, a Oscar Peterson, o incluso lounge catalán o de otros países que quién sabe cómo conseguía.

Esto era más o menos la programación de aquel programa: Morrissey, XTC, The Boo Radleys, Tania Donelly, For Squirrels, Catatonia, The Smiths, Nick Heyward, Dubstar, Cocteau Twins, Suede, Octopus, The Breeders, Manic Street Preachers, Laika, Pavement, The Wonder Stuff, Tricky, Happy Mondays, The Charlatans, Hum, Chemical Brothers, Dust Brothers, Sleeper, EMF, The Wannadies, Gene, Massive Attack, Lion Rock, The Divine Comedy, Henry Rollins Band, Rage Against the Machine, Fluffy, The Sugarcubes, Space Hog, Orbital, Propellerheads, Goldie, Stone Roses, Alex Reece, Cranes, Shed Seven, Money Mark, Super Furry Animals, MC Solaar, etc. (toda esta música la grababa devotamente en cintas de audio (kcts), básicamente Sony. Vi cómo fueron aumentando de precio de 6 a 10 pesos con el paso de los (2) años. Tengo unos 50 cassettes de memoria alternativa, ahora sólo me falta una casetera, la que tengo no sirve ya)

El programa fue cancelado y hubo que buscar un auxilio a ese vacío nocturno de 10 a 11, sin embargo todo lo que fui descubriendo (lo poquito que se podía descubrir en 1997) no tuvo ese impacto estético que Portishead y Camilo Lara me propinaron a mis 14 años.



¡AQUÍ VERSIÓN EN VIVO!


II.
2008 fue un año de retorno para Portishead. Sacaron su tercer álbum luego de 10 años de ausencia y fue como volver a ver a amigos de la infancia que a primera vista no reconoces pero que basta con hablar con ellos unos cuantos minutos para identificar esas sonrisas, esos juegos, esas voces, esas miradas.

También fue un año idéntico al 95 musicalmente: una canción emocionante que me abre una dimensión exquisita.

No sabía nada de música ¿neoalternativa? de éste siglo. Sabía los flamantes refinamientos discográficos (no sé si eso sea un halago) de Radiohead y Bjork, sabía algo de The White Stripes y los Libertines, pero en general habían pasado ya esos años de sed alternativa, de ansias de ruptura, o al menos, de novedad.

Hasta que un día me topé con una canción y de nuevo aquel viejo romance. Ya no era el 105.7 ni tampoco se venden ya kcts, hace mucho que no sé nada de los tantos amigos del 95 ni tampoco escribo cartas, aunque esto apenas hace un año lo seguía haciendo con insistencia. Estoy casado con mi mejor amiga y me encanta que la pueda besar y que pueda presumirle esta música. Nuestra hija baila con cierto donaire moderno estos sonidos que durante el 2008 he ido recolpilando (también devotamente) gracias a las bondades tecnológicas de esta época, sumamente diferentes a las de 1995.

La bendita estación de radio es el 90.9 de fm. La canción: That’s not my name de los Ting Tings. El espíritu es el mismo: la reinvención, el disfrute, la investigación, el lenguaje pop, los signos pertinentes para un anima mundi sonoro.

Lo recopilado estos últimos meses: Santogold, The Pipettes, Sharleen Spiteri, Neffa, Friendly Fires, The Black Ghosts, The Black Keys, The Black Affair, The Black Kids, Digitalism, Foals, M.I.A., Calexico, Bengala, Ladytron, The Hives, Client, Hot Chip, The Rapture, Zero 7, The Last Shadow Puppets, Chairlift, Kanye West, The Roots, Lykke Li, Franz Ferdinand, Articolo 31, Puppini Sisters, Lupe Fiasco, Broken Social Scene, Neon Neon, Feist, King Khan & The Shrines, Revl9n, Hercules & Love Affair, Bran Van 3000, Tahiti 80, Gnarls Barkley, Vive la Fete, Sigur Ros, Yelle, VHS or Beta, The Verve, Peja / Slums Attack, MGMT, Crystal Castles, Kings of Leon, Mercury Rev, Fiery Furnances, Cut Copy, Cansei de Ser Sexy, Studio, The Helio Sequence, The Raconteurs, The Go! Team, etc.



¡AQUÍ VERSIÓN ACÚSTICA!

noviembre 13, 2008

Nece(si)dad de estar bien informados

I.
Estar bien informado parecía ser la elección con la cual dejar la infancia, parecía ser uno de los sinónimos de madurez, parecía ser un encuentro anhelado con el criterio propio, con la identidad, con la inteligencia. Entonces hubo un cúmulo de opciones mediáticas a elegir, todas de acuerdo a un perfil: dependiendo el perfil con el que te identificaras, ese sería el periódico, la revista, la estación de radio, el canal de televisión, la página de internet que consumirías (en México ya sabemos quiénes son los diferentes consumidores de Excélsior, La Jornada, Crónica, Milenio, La Prensa, Proceso, Letras Libres, Imagen 90.5, Reactor 105.7, los noticieros de televisión, Reporte Índigo, etc.)

Luego habría el debate público, la confrontación de ideas políticas con amigos y familiares, la defensa de lo que creemos verdadero (que la verdad sea distinta en cada quien, es una de las principales leyes del caos), la identificación con ciertos periodistas, intelectuales y figuras públicas, el rechazo a otros, la construcción mental de una sociedad a base de buenos y malos, patriotas y antipatriotas, justos e injustos en la que políticos, empresarios, jerarcas de Iglesias, árbitros de fútbol, etc. se vuelven las figuras susceptibles de odio por excelencia.

Esto era lo correcto si querías ser un adulto, sólo que a final de cuentas la mayoría de los adultos que conozco conforman más bien una sociedad que no sabe elegir ya que elegir significaría formarse un criterio de acuerdo a ese vital, filosófico y espiritual mecanismo de transformar toda información en conocimiento, sin embargo lo único que hacemos con nuestra capacidad de elección es más bien elegir con qué medios deseamos ser sedados a base de dosis informativas.

II.
Esto lo digo porque resulta insoportable el exceso de información a lo largo del día a través de los distintos medios de comunicación. Un día normal entre semana para un oficinista u otro tipo de trabajador matutino es más o menos así: levantarse y poner las noticias del radio (varios noticieros comienzan a las 5:45 am), salir en coche o transporte público rumbo al trabajo, hacer una o dos horas hasta llegar a él, seguir escuchando noticias y editoriales durante ese lapso, desayunar mal antes o después de salir de casa, comprar el periódico, ver algún video en internet relacionado con alguna noticia relevante, hablar de lo difícil que está todo en el país con amigos o compañeros de trabajo, regresar a casa y ver al filo de la media noche cualquiera de esos interesantísimos y exageradamente útiles programas de debate o análisis informativo que se dan sobre todo en televisión abierta, dormirse con la felicidad de estar-bien-informado.

Existe absurdamente esta idea de que estar bien informado te da poder como ciudadano, lo cual puede ser cierto sólo que falta entender qué clase de información es la adecuada para crecer como ser humano, para ser feliz, para ser libre. Saber de secuestros, asesinatos, corrupción, crisis económicas, crisis de Estado, conflictos legislativos, etc. no veo que lleve a otro estado mental que no sea la paranoia, el miedo, la angustia.

La libertad de expresión no debiera ser más esa sensación pos-dictadura (toda Latinoamérica vivimos un siglo XX terrible a nivel de gobiernos) de “permiso” de decir lo que queramos, cuando queramos, como queramos. Los tiempos cambiaron y hoy en día ya existe aquella anhelada libertad del siglo pasado, sólo que habría que cuestionar si vale la pena saturar los medios de tanta información alarmante ya que lo único que veo con la sociedad donde vivo es que está muy enganchada al miedo. O mejor aún, si vale la pena como sociedad darle tanta importancia a lo que sucede con las noticias, si en algo ayuda a nuestra creatividad, a nuestra felicidad, a nuestro bienestar creer religiosamente en las noticias, tengamos la óptica que tengamos (neoliberal, izquierdosa u otra).

III.
Este año en México se han generado noticias que inciden en el ánimo social:
-2008 nos ha dejado una discotheque de la capital del país incendiada un viernes por la tarde con varios menores de edad dentro (un siniestro que no debió ocurrir si se hubieran respetado las normas de seguridad básicas y los permisos para operar este tipo de negocios, o sea, corrupción en pleno)
-un par de secuestros famosos que alarmaron a una gran parte de la sociedad (aunque México tenga más de 10 años de historia con respecto a secuestros y asesinatos como el de Fernando Martí (hijo de 14 años de un empresario), de algún modo alguien decidió que éste fuera tan relevante como para que el grueso de la gente volviera a sentir ese miedo a ser secuestrado)
-un par de granadas lanzadas en la plaza pública de Morelia durante el festejo del 15 de septiembre que mataron a varios civiles
-una crisis económica mundial (que nomás no la veo a mi alrededor, la gente hace el súper normal y se siguen comprando autos, la gente cambia sus celulares, se sigue consumiendo mucha tecnología, etc.)
-demasiados asesinatos de periodistas, narcos, políticos, civiles, etc. a lo largo del país en torno a la llamada “guerra contra la delincuencia” (o algo así)
-y para colmo, un jet de la Secretaría de Gobernación que se cae a la 6 pm en una de las zonas financieras-comerciales-habitacionales más emblemáticas y costosas de la ciudad (incluyendo lo sucedido en la misma zona dos días después: una fuga de gas también a las 6 pm que hace que todo Polanco y zonas aledañas apestaran a gas, además de que el metro dejó de funcionar, la principal avenida estaba bloqueada (Paseo del a Reforma) y la mayoría de los edificios se evacuaron, aunque a final de cuentas se trataba no de gas sino de un componente químico que se le añade al gas para que éste huela)
Todo esto ocurrido en menos de 5 meses. ¿Y qué diantres puede dejar todo ello que no sea una psicosis incontrolable, una sensación de vulnerabilidad, un miedo absoluto?

IV.
Hay una enseñanza dentro de la Kabaláh que habla acerca de lo vacío que es poseer información sin que esta sea transformada en conocimiento. El conocimiento lleva al amor y al perdón, conduce a la libertad y al uso benéfico de la mente, de los pensamientos, no conduce al juicio ni al condenamiento, más bien conduce a la empatía, a la felicidad, a la paz. Ojalá hubiera menos noticieros informativos (simples dadores de datos, de información que cada quien procesa de distintos modos (generalmente negativos) en su interior) y más noticieros de conocimiento, esto sería: saber lo que sucede en el mundo con un enfoque global (no nada más jurídico, económico, social), o sea, incluir otras perspectivas en el acontecer del mundo, una mesa redonda donde politólogos, poetas, metafísicos, periodistas, rabinos, economistas, budistas, científicos, antropólogos, historiadores, etc., dialogaran esas noticias que no sabemos digerir como sociedad, generalmente nos llevan al miedo, y el miedo ya se ha visto lo mucho que afecta colectiva e individualmente: es letal siempre, incomoda, enferma, paraliza. Y me parece que lo elegimos por costumbre o porque no conocemos otra opción, que no hemos podido verla, que no nos la muestra nadie ya que el miedo parece ser un acto inevitable en el desarrollo de cualquier sociedad, pero no tiene porqué seguir siendo así, si esto se repite en la historia debiera ser momento de trascenderlo.

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