Nunca me gustó el celular (ya para muchos: “móvil”), mucho menos con éstos argumentos tecnológicos que invitan a comprar uno ya sea por la cámara, el correo electrónico, la agenda, el directorio para 600 números, los juegos, o los tantos tonos que pueden bajarse por distintos medios.
Siempre me cuestioné si era necesario estar tan comunicado, si el celular no sería una especie de esclavitud filosófica ya que con un celular moderno cada vez es más difícil no estar, siempre eres ubicable, pierdes tu derecho a estar ausente en el momento que lo desees, claro que es práctico por un sinfín de razones de mayor peso que éste derecho a la ausencia, sin embargo nunca me había parecido una herramienta a favor del desarrollo humano, al contrario, me parecía cada vez más frívolo.
En mi caso, hace mucho que no tengo uno y hasta el momento no lo he requerido, tal vez sólo por los mensajitos (pienso en Monique Camus...) ya que solía mantener comunicación de éste tipo con un amigo de Irapuato aunque en realidad lo que nos escribíamos era, en suma, prescindible (si queríamos decirnos algo importante nos escribíamos por mail o marcábamos a nuestras casas), así que no me ha sido necesario, mi familia siempre sabe por dónde ando.
-Revisitamiento de ideas. Nuevas formas de pago.
Para fin de año se implementará en México un nuevo uso para el teléfono celular que me parece bastante atractivo. Se trata de efectuar transacciones bancarias a través del NIP del celular, o sea, otra opción de pago aparte de la tarjeta y el efectivo.
Evidentemente ésta nueva opción se impulsará desde los Starbucks, los Mix-Up, los Zara y demás negocios del estilo ya que los que más usan celular son, en palabras de economistas, el sector de los jóvenes, “son los que le saben a la onda esta del celular, son los que le sacan provecho a la tecnología”.
Con esto, el celular seguirá su irrefrenable paso de convertirse en una extensión, o un equivalente, de nosotros, nuestro yo-tecnológico (así como tenemos un yo-espiritual (el alma, la conciencia, etc.) y un yo-físico (el cuerpo)), no en balde desde hace mucho tiempo existen todo tipo de productos para personalizar nuestro celular: fundas, correas, protectores de pantalla, estampitas, estuches, tonos para mensajes y otros para llamadas, etc., además de que cada teléfono es, de por sí, distinto (personal) por el uso que cada quien le da, como con una computadora, un carro o una casa, con la profunda diferencia de que el celular tiene la característica de poder estar siempre con nosotros, así como el espíritu y el cuerpo, lo cual me parece cada vez menos carcelario y más estimulante, algo así como responder la siguiente pregunta: ¿cómo sería yo si fuera una herramienta tecnológica?.
El término que se pondrá de moda en México a partir de fin de año será nipear, se añadirá a la lista de otros vocablos como “navegar”, “mandar un mail” o “cargar el ipod”: “te nipeo un café” o “voy a nipear éste disco” significarán “te compro un café el cual pagaré con el NIP de mi celular” o “voy a comprar este disco pagándolo con el NIP de mi celular”. A final de cuentas, el dejar de usar efectivo y empezar a usar la tarjeta o el celular para efectuar compras, ayudan a la economía formal del país, todavía no entiendo bien por qué, pero dentro de las ventajas sé que está el dejar de consumir en negocios informales.
El sector de teléfonos celulares es y ha sido la gallina de los huevos de oro para varios empresarios ya que es una industria que crece año con año, lo cual me resulta interesante: ¿por qué precisamente éste sector y no otro?, nunca se pensó en meterle teléfonos a las computadoras o radios a las teles (y cuando se hizo, no pasó nada), en cambio ésta pequeña herramienta (en el principio fue el ladrillo) cada vez va siendo menos frívola y más funcional, más integral, como un certero y nanotecnológico resumen de toda la tecnología de uso común que se desarrolló el siglo pasado: teléfono inalámbrico, fotografía, televisión, internet, música electrónica, moneda electrónica, comunicación satelital, sólo faltaría incluir al cine y al jazz para integrar los grandes legados del siglo XX en éste breve artefacto lleno de encanto.