(35 piezas para acompañar la lectura:)


junio 11, 2008

Antagonismo de dos discursos

Los discursos más recurrentes en México tienen que ver con la autosuficiencia, al menos los de los últimos meses con respecto a la reforma energética y al fútbol, dos temas que saturan los medios. En ambos la constante es la misma: “no hay necesidad de que haya manos extranjeras en nuestros asuntos, podemos valernos por nosotros mismos”.

En la década de los 50 México supo posicionarse (verbo que no existe pero que sirve para hablar de economía y mercado) como un país en crecimiento, un país que más o menos se benefició de su no participación en la Segunda Guerra Mundial ya que algunas industrias, como la tecnológica y la cinematográfica, pudieron desarrollarse en éste país debido a que Estados Unidos tenía toda su atención en la guerra. Entonces nos dimos cuenta de las ventajas de la autosuficiencia, dejamos atrás el espectro revolucionario y entramos de lleno a la institucionalización del Estado, aprendimos de globalización y capitalismo, aprendimos de capacidad de consumo, aprendimos de generación y manejo de los recursos propios.

Claro que en esos años éramos 30 millones de habitantes, la mayoría acostumbrada al trabajo y a comer de acuerdo a lo obtenido de él, las familias eran numerosas pero alcanzaba para lo básico, tal vez no para lujos pero creo que la unión, la hermandad y la diversión dentro de las familias hacían que no se anhelaran lujos (nuestros padres y abuelos tienen unas anécdotas fascinantes al respecto del life-style de esa época cincuentera-sesentera).

Hoy somos 108 millones de habitantes, somos muchos países distintos en uno solo, esta sociedad no tiene nada que ver con aquella serena sociedad de los 50, esperanzada, rodeada de cerros visibles, con tranvías que iban de una especie de pueblo como Coyoacán a otro como La Villa, esa vida simple por la que es fácil sentir nostalgia (aunque creo que muchos no cambiaríamos la delicia del vértigo de hoy en día, ese laberinto urbano que permite encontrar un tipo de belleza anárquica muy interesante, más real, más representativa del mundo).

El problema con estos discursos que sostienen que México puede ser autosuficiente es que es un discurso plausible para la condición del país hace 60 años, cuando la demanda era 5 veces menor a la actual. En éste país las dos terceras partes del territorio son suelo desértico y eso no ayuda mucho para satisfacer la demanda nacional de alimento, menos si somos uno de los países que más desperdicia agua y que menos recicla en el mundo, si nuestra población es de las principales consumidoras per capita de refresco, de gel para el cabello, de papel higiénico, de agua embotellada, lo que implica que hay una costumbre-del-desperdicio que ninguno de los gobiernos que existen en este país busca atacar.

En el 2001 el barril internacional de petróleo se cotizaba en 19 dólares, hoy está en 130 (a final de mes quién sabe en cuánto estará), por ello la gasolina sube a nivel internacional (cosa que en México no se siente porque está subsidiada), lo que aunado a la llamada “crisis mundial alimentaria”, da como resultado un sinfín de condiciones adversas para las economías del mundo, por ejemplo para la exportación de productos, de alimentos, ya que su transporte será más costoso y por ello su precio al consumidor será más elevado, en fin, problemas así son los de hoy en día, por eso que México siga pensando en autosuficiencia, pidiendo que no esté un técnico sueco en la selección ni un solo pelo extranjero en PEMEX cuando el planeta entero está en otros debates integratorios al mundo, a las reglas del juego de un mercado global que no será el ideal pero que es inamovible, pues resulta chistoso, curioso, anacrónico, penoso.

En México lo que se debería de hacer es impulsar incentivos fiscales para las empresas que inviertan en otro tipo de energías, exentar de tenencia a los vehículos híbridos, anticiparse a problemas futuros, o sea, invertir en industrias como la del agua (¿el oro transparente del futuro?) o la de los biocombustibles, invertir en la educación competitiva, en fin.

Pero eso no pasará, seguiremos atorados a la mitad de dos discursos (la de la modernidad capitalista-privatizadora y la de la total autosuficiencia), dos ideologías que no darán su brazo a torcer y que, de algún modo, ambas tienen razón, lo que deriva en un gran problema sociocultural: buscar la democracia perfecta donde los acuerdos sean absolutos, aunque eso no sea democracia, democracia es que la mayoría decida y la minoría tolere, proponga y forme inteligentes contrapesos.

Las grandes preguntas con todos estos temas recientes son:
¿Se puede lograr la autosuficiencia en un país que ha crecido tanto?
¿Se necesita de inversión extranjera para transportar petróleo y explorar yacimientos?
¿Quién puede confiar en privatizaciones (o “asociaciones”) en éste país con todo nuestro pasado fraudulento?


El ambiente político, cultural, económico en México es sumamente interesante pero no por la creatividad para resolver nuestros problemas sino por lo atorado que está todo, lo cual deja unas expectativas hacia futuro terriblemente obtusas.

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