So turn it up and burn it
There's a hole in your head
There's a hole in your head
Where the birds can't sing along
BIG BANG BABY, Stone Temple Pilots
There's a hole in your head
There's a hole in your head
Where the birds can't sing along
BIG BANG BABY, Stone Temple Pilots
Aquí debajo hay un poema. Ojalá sea leído por muchos. Deseo legítimo que por primera vez tiene poco que ver con la vanidad. Con la imagen del poeta que escribe. Con el oscuro deseo de reconocimiento. Esta vez no. Esta vez tiene que ver con otros ánimos. Otros espíritus. Otros vaivenes electromagnéticos relacionados con la certeza de quien se ha encontrado. De quien ha encontrado finalmente. BASTA DE BÚSQUEDAS. Mejor comenzar la vida de una buena vez. ¿Se entiende este sentirme vivo por primera vez en 27 años como consecuencia de haber encontrado en lugar de esa trampa tortuosa de quien busca y busca sin la intención de llegar a algo en concreto? (encontré un Bello Barrio donde no discriminan a los allanados / porque todos nos hemos hallado, dice el bello músico-poeta Mauricio Redolés (chileno (viva Chile, carajo)) en su bellísimo y tristísimo poema Bello Barrio).
Nunca antes me pasó. Que me conociera. Que me sintiera nacido. El resto de los otros años había una vida que vivía pero de manera latente. Había sospecha de que la vida no podía reducirse a aquello que, vamos, todos detestamos: El condicionamiento. El orden sociocultural impuesto desde otras esferas. La injusticia a todos niveles. El desequilibrio histórico. La necesidad de lucha. De enfundar la espada en aras de causas existencialistas. El fusil en aras de liberación. La hoja en blanco en aras de sentido. La empresa en aras de nuevas y modernas dictaduras. Cada quien tiene sus motivos de defensa. Es decir, cada quien se siente atacado por diferentes (tan diferentes como las vastas cualidades del universo) razones.
“Sin embargo todos somos inocentes”, dice por ahí en algún poema que aún nadie ha escrito. Pero ciertamente el panorama que resulta de toda esta matrix es desolador. Mejor abandonarse. Mejor dejarse programar. Mejor dedicarse a generar riqueza para poder consumir (consumir bienes o consumir ideas, da igual) y posponer el face-to-face con lo real. Con lo demente.
Aunque no siempre es así. En algún momento te llega la opción de elegir otra cosa. Otro método. Otra perspectiva. Algunos le llaman corrección de la mente. Otros Espíritu Santo. Otros Anacentrismo. Otros Contranálisis. Otros Física Cuántica. Otros tomar conciencia. Otros simplemente le llaman amor (¿dónde habita el amor? Yo creo que habita en el conocimiento, yo creo que habita en la unidad, en la identidad, en el pecado original también conocido como Big-Bang). Es mi tiempo personal de encuentro. Discúlpenme cuando no me sepa expresar en mejores términos. A veces no es fácil hablar de estos temas. Sobre todo porque evito a toda costa que se confunda con lenguaje new-age, con lenguaje intelectual, con lenguaje religioso, con lenguaje científico. No tiene que ver con todo ello. Aunque ciertamente cualquiera de esas áreas sirve como puerta de entrada.
Ah, Cortázar. Sé que en general no es bien visto referir a Cortázar si no es términos narrativos o filosóficos o de discurso literario pero, viéndolo bien, como escritor llega a ser aburridón, pero como ser humano que todo el tiempo está aludiendo al encuentro, joder, es un mago, un poderoso hombre que a muchos nos ha enganchado porque nos ayuda a darle validez a nuestra sospecha metafísica, a nuestra inconformidad con ciertas estructuras, moldes aberrantes con los que crecemos desde chicos. Ah, Cortázar. Ah, bella Maga, qué bien se siente haberte encontrado. No seré un engreído. Prefiero disfrutarte con la ligereza de quien se deja fluir por el amor.
Aquí debajo hay un poema. Ojalá sea leído por muchos. Deseo legítimo que por primera vez tiene poco que ver con la vanidad. Con la imagen del poeta que escribe. Con el oscuro deseo de reconocimiento. Esta vez no. Esta vez tiene que ver con otros ánimos. Otros espíritus. Otros vaivenes electromagnéticos relacionados con la certeza de quien se ha encontrado.
Nunca antes me pasó. Que me conociera. Que me sintiera nacido. El resto de los otros años había una vida que vivía pero de manera latente. Había sospecha de que la vida no podía reducirse a aquello que, vamos, todos detestamos: El condicionamiento. El orden sociocultural impuesto desde otras esferas. La injusticia a todos niveles. El desequilibrio histórico. La necesidad de lucha. De enfundar la espada en aras de causas existencialistas. El fusil en aras de liberación. La hoja en blanco en aras de sentido. La empresa en aras de nuevas y modernas dictaduras. Cada quien tiene sus motivos de defensa. Es decir, cada quien se siente atacado por diferentes (tan diferentes como las vastas cualidades del universo) razones.
“Sin embargo todos somos inocentes”, dice por ahí en algún poema que aún nadie ha escrito. Pero ciertamente el panorama que resulta de toda esta matrix es desolador. Mejor abandonarse. Mejor dejarse programar. Mejor dedicarse a generar riqueza para poder consumir (consumir bienes o consumir ideas, da igual) y posponer el face-to-face con lo real. Con lo demente.
Aunque no siempre es así. En algún momento te llega la opción de elegir otra cosa. Otro método. Otra perspectiva. Algunos le llaman corrección de la mente. Otros Espíritu Santo. Otros Anacentrismo. Otros Contranálisis. Otros Física Cuántica. Otros tomar conciencia. Otros simplemente le llaman amor (¿dónde habita el amor? Yo creo que habita en el conocimiento, yo creo que habita en la unidad, en la identidad, en el pecado original también conocido como Big-Bang). Es mi tiempo personal de encuentro. Discúlpenme cuando no me sepa expresar en mejores términos. A veces no es fácil hablar de estos temas. Sobre todo porque evito a toda costa que se confunda con lenguaje new-age, con lenguaje intelectual, con lenguaje religioso, con lenguaje científico. No tiene que ver con todo ello. Aunque ciertamente cualquiera de esas áreas sirve como puerta de entrada.
Ah, Cortázar. Sé que en general no es bien visto referir a Cortázar si no es términos narrativos o filosóficos o de discurso literario pero, viéndolo bien, como escritor llega a ser aburridón, pero como ser humano que todo el tiempo está aludiendo al encuentro, joder, es un mago, un poderoso hombre que a muchos nos ha enganchado porque nos ayuda a darle validez a nuestra sospecha metafísica, a nuestra inconformidad con ciertas estructuras, moldes aberrantes con los que crecemos desde chicos. Ah, Cortázar. Ah, bella Maga, qué bien se siente haberte encontrado. No seré un engreído. Prefiero disfrutarte con la ligereza de quien se deja fluir por el amor.
Aquí debajo hay un poema. Ojalá sea leído por muchos. Deseo legítimo que por primera vez tiene poco que ver con la vanidad. Con la imagen del poeta que escribe. Con el oscuro deseo de reconocimiento. Esta vez no. Esta vez tiene que ver con otros ánimos. Otros espíritus. Otros vaivenes electromagnéticos relacionados con la certeza de quien se ha encontrado.